Vivimos en una sociedad en la que lo barato gusta. Las tres Bes lo llaman algunos; bueno, bonito, barato. Pero lo cierto es que si cambiamos la BBB por la BBG —bueno, bonito, gratuito—, el nivel de cachondez aumenta. Nos pone lo 'free'. Y aquel que lo niegue bien puede mirarse en el espejo, porque la sorpresa, lejos de ser mayúscula, será sorpresa. Y entonces será cuando aquel gran negador, levemente arrepentido, se preguntará: ¿qué coño, por qué no pago por esto?
Debate este harto arduo. Y todavía pincha más—cual espina de rosa en pleno florecer, añadiría un buen amigo— si lo trasladamos a un ámbito tan controvertido como el que nos ocupa. Pero, lejos de enumerar un compendio de leyes sobre derechos de autor, derechos de emisión, piratería, copias ilegales, sdfsfgfgdfgd y demás, intentaremos responder a una de las preguntas que cientos, miles... ¡qué diantres!, millones de ojos de millones de caras de millones de internautas, expectativos, se hacen cada vez que 'cliquean': ¿cómo es que hay gente que sí paga por esto?
Las razones son varias, pero no seré yo quien se las destripe. Al fin y al cabo, la gracia de internet se basa en que, una vez que pagas tu cuota para el servicio —o no—, el conocimiento y las opiniones que se encuentran en la red son todos tuyos; y, esta vez sí, legítimamente gratuitos. Así que, como dicta ese principio inmortal del periodismo de calle —en este caso, de red—, van a ser los propios internautas los que nos cuenten qué es esto del cine a la carta y por qué, según su criterio —y ya les digo que no son pocos—, merece la pena pagar por ver películas.
Para empezar, lo mas interesante es decir que aquellas plataformas que los internautas consideran, por decirlo de alguna manera, más merecedoras de ser pagadas, son aquellas que ofertan un cine difícil de conseguir de cualquier otra forma. Es decir, todas las que tratan esa parte de la industria que, curiosamente, es menos industrial. Y aquí se hallan, como supondrán, nuestras dos grandes protagonistas de esta semana: filmotech y 400films. El cine independiente, de autor y, al fin y al cabo, desconocido por las grandes masas, es el que en muchos casos decanta la balanza de una serie de plataformas que en la actualidad encabeza la tan galardonada Filmin. La explicación es sencilla: si una película no es lo suficientemente comercial, no estará disponible en las principales webs de descargas ilegales y, en consecuencia, la alternativa más sencilla y económica de poder visionarla es mediante las mismas.
El segundo factor clave, y reconocido por la mayoría de la audiencia, es la calidad de imagen del film. Porque es cierto que uno puede encontrar tesoro abundante en la bodega del barco, pero este no brilla como debiera. Y es que, además de poseer una calidad de visionado muy superior al de páginas con contenido pirata, estas plataformas recién nacidas cuentan con una ventaja que solo puede proporcionar el streaming de alta calidad: hacer de tu banda ancha tu hilo conductor. Traducido a la práctica, y simplificándolo, podría decirse que, cuanto mejor sea tu conexión a internet, mejor será la imagen. De esta forma, se aprovechan al máximo los recursos. El tercer y último punto fundamental, a nuestro entender, es la comodidad que acompaña al uso de estos servicios. Esta se da en dos vertientes:
- La posibilidad de poder ver cine en el televisor a través de internet. Se trata del mecanismo defendido y utilizado por operadores como ONO o NUBEOX, enfocado a una audiencia muy amplia que se encuadra dentro del cine puramente comercial.
- Cine a un click. Hoy en día se le ha dado el nombre de pago por visionado, y atiende a todos aquellos internautas encuadrados en plataformas como 400films o filmotech, de las que se ha hablado unas líneas más arriba; sin olvidarnos de importaciones como netflix o cineclick.
Visto lo visto, ¿qué cabe esperar de usted, querido lector? ¿Cuál será su próximo movimiento? Dejando a un lado criterios éticos y morales que no vienen al caso —pues, lamentablemente, todas esas campañas publicitarias en contra de la piratería no buscan otra cosa que afianzar aún más la posición privilegiada de la industria— tiene usted una serie de variables más que interesantes a tener en cuenta. Al fin y al cabo, es usted, y solo usted, el que decide qué le pone cachondo.
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