¿Qué
pasa con la radio? ¿Es esta acaso un medio de comunicación menor,
relegado a una minoría a la que no se tiene en cuenta? ¿Tanto ciega el
espectáculo visual, tanto que hasta nuestros oídos no son más que simples complementos
ineficaces, inservibles? No hablaremos de esos cuestionables estudios de
audiencia, ni del trato incomprensiblemente desfavorable dado a este medio que,
por méritos propios, ha sobrevivido a la revolución televisiva. Lo que hoy es
noticia, y lo ha sido desde que por allá en en 2010 la tantas veces nombrada TDT fuera
instaurada de forma definitiva e irreversible, es la emergente migración
digital de la radio, o lo que es lo mismo: ¿por qué no ha habido, todavía,
un apagón analógico en radio?
Aquí
un servidor va a ser fiel a sus principios y le va a echar la culpa a los de
siempre. En efecto, esos a los que aupamos todos con un voto —o no voto,
interprétese como uno quiera—. El poder ejecutivo. Llámele usted
gobierno, si lo desea; a mi me parece incongruente hacerlo.
Lo
cierto es que, con todo, disponemos de una legislación más que aceptable —y que
adjuntaremos al final del artículo— para sacar a la radio digital de ese
armario en la que la tenemos escondida. Eso es innegable. Pero hay ciertos
puntos, digamos oscuros, que hay que aclarar y potenciar. El primero es la falta
de un impulso público que que haga de los receptores DAB una apuesta segura
por parte de los hogares. Prueba de ello es que, si usted pregunta a gente por
la calle qué piensa de la radio digital, muchos le contestarán que desconocía
la existencia de la misma, y todavía serán más los que pongan cara de asombro
cuando descubran que está establecida con su propio espectro de emisión en
nuestro territorio desde el siglo pasado. No es que la radio digital no guste,
o que el cambio resulte incómodo o molesto. El factor clave aquí es que la
gente no tiene ni idea ni de la existencia, ni de las ventajas y posibilidades
del DAB.
El
segundo viene derivado de la precaria amplitud de espectro disponible
para esta nueva radio. Es cierto que las tecnologías asociadas a este formato
—sobre todo en cuanto a MUSICAM se
refiere— permiten una comprensión mucho más eficiente de los datos. Pero, aun
así, las emisoras decidieron bajar los niveles de
tasa de transferencia de bits para que puedan caber nuevas estaciones, con la consiguiente
pérdida de calidad en la información transmitida. Asistimos,
pues, a un problema técnico cuya principal causa radica en, digámoslo siendo
generosos, la falta de valentía por parte del ejecutivo a la hora de apostar
por la radio digital.
¿Qué
conclusión se puede extraer fácilmente de esto? Básicamente, lo que ya sabemos:
es imposible pretender que algo funcione si no se apuesta por ello. Y
sino que se lo digan a la BBC; todo
un ejemplo de lo que se puede —y yo añadiría que se debe— hacer. Porque, al
final, de nada sirve molestarse en realizar un compendio de leyes muy bonitas
si en la práctica no funcionan. Es como los caramelos rellenos que me daba mi
abuela cuando era pequeño: dulce por fuera, amargo por dentro.
Marco legal DAB -con enlaces a los archivos correspondientes-:
- Nota de utilización UN-96 del Cuadro Nacional de Atribución de Frecuencias.
- Real Decreto 1287/1999 por el que se aprueba el Plan Técnico Nacional de Radiodifusión Sonora Digital Terrenal (complementado con la Orden de 15 de octubre de 2001).
- Orden de 23 de julio de 1999 por la que se aprueba el Reglamento Técnico y de Prestación del Servicio de Radiodifusión Sonora Digital Terrenal.
- Orden de 24 de agosto de 1999 por la que se establecen las localidades a cubrir en las fases de introducción de la Radiodifusión Sonora Digital Terrenal.
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